10.3.11

Sobre la piratería o cómo violentar el sentido común.

Piratas eran los de antes... para serlo había que tener grandes cuotas de coraje... no temer al peligro, poseer grados inusitados de crueldad, ser capaz de matar, despreciar la vida, conservar una idea muy particular acerca del intercambio…; el pirata intercambiaba riquezas y personas. También había que recurrir al saqueo como ejercicio digno de ser llamado piratería… el pirata debía navegar en aguas prohibidas… no iba a esperar sentado que el medio habilite esa posibilidad. ¿Qué posibilidad? Posibilidad de enriquecerse, claro… El pirata no gastaba energías y tiempo en adquirir algo cuya finalidad fuera la de engrosar su aspecto cultural o espiritual y el de sus prójimos, no: hablamos de riquezas monetarias.


El pirata jamás hubiera existido en un sistema de abundancia ilimitada, en un medio que habilite el ejercicio de compartir, mucho menos en un medio que posibilite la multiplicación mágica de los bienes que robaba, esencialmente porque no hubiera tenido que robar nada, simplemente hacer clic (con una varita mágica)… pero no existía tal medio ni tal magia, claro… por eso existían los piratas.

¿Y por qué hablar del pasado, si aun los hay?... es cierto, pero insisto: piratas eran los de antes… Los de hoy son más sofisticados, tal vez menos corajudos, pero igualmente crueles y vandálicos. Demuestra la historia que la piratería fue disminuyendo considerablemente pero no desapareció… eso demostrará la historia a quien se digne a leerla y conocer más sobre el tema… sin embargo, hay quienes nos dicen que no, que no es así, que la piratería no sólo no disminuyó, sino que tomó una forma tan avanzada como la tecnología misma… (dirán esto los libros de historia del futuro?...).

Hay quienes dicen que ahora no sólo existen los piratas marítimos (los de siempre) sino que también existe el pirata informático. ¿Y debo creerles? No lo sé… cada quien cree lo que supone cierto, el punto es qué mecanismos utilizamos para llegar a tal certidumbre; si vamos a pensarlo demasiado o vamos a acudir al sentido común, el inmediato, el que no nos dejaría dudar de que aquel que tiene un parche en el ojo y una pata de palo es, efectivamente, un pirata… o en términos menos míticos; que aquel que es capaz de invadir, saquear, exterminar, es un pirata (o se comporta como tal aunque lo haga sobre tierra).

Sin embargo quienes nos hablan hoy de piratería informática están violentando el sentido común desde las fibras íntimas del argumento… porque nos advierten que ha cambiado radicalmente la fisonomía del pirata… ahora un pirata es alguien invisible, es alguien que no puede más que imaginarse y abstraerse en una generalidad peligrosa (como todas las generalidades), de manera que, para creerles o no, deberemos optar por pensarlo demasiado o no pensarlo ni un poco.

Una de las formas del pensamiento es establecer supuestos lógicos; aquellos que me llevarían a la radical conclusión de que esta concepción del pirata informático es categóricamente disparatada. Es perverso el uso de esa palabra, pervierte al sentido común y a la lógica misma… si no es así quien intercambia archivos en Internet debería sentirse totalmente identificado (o cuanto más no sea, en parte) con las características que menciono en un inicio. ¿Alguien puede?.

El punto es que no estamos hablando de “alguien” sino de TODOS… todos aquellos que consideren pertinente que para convencer hay que manipular y confundir el intelecto, la inteligencia… capacidad por demás necesaria que cada individuo posee para andar por la vida.
Y esta es la batalla que en verdad libramos… no se trata sólo de un debate estrecho sobre las normativas y las leyes (si gustan, si no gustan, si se aceptan o si no se aceptan)… estamos frente a un problema que pone en tela de juicio nuestra capacidad de adaptación, por ende; nuestra capacidad de comprensión del medio…

¿Cómo puedo entrar yo en un debate donde desde el vamos no se llama a las cosas por su nombre?… ¿qué mayor evidencia hay de que no se está comprendiendo bien algo, que llamarlo de un modo equivocado?... ¿o acaso este es un juego argumental más, sofisticado (sofista), entre tantos que se utilizan hoy día para ganar batallas ideológicas?... si es así bien, no voy a desmentir el progreso de los mecanismos del discurso (sus técnicas cada vez más complejas de persuasión)… pero voy a imponer un límite, personal, propio, aquel que debe existir cuando los derechos del otro terminan donde empiezan los míos.

¿Derecho a bajar un archivo?... No… derecho a no ser confundida (y pervertida) mi razón ni mi acción… si se puede reconocer que no soy un pirata, se puede comprender por qué estoy en contra de la censura en Internet; por qué espero una adaptación de la industria al medio (o en su defecto, la no invasión) así como yo me adapto a las reglas del mercado; por qué pretendo que no se restrinjan las capacidades tecnológicas y por ende por qué rechazo ciertas restricciones; por qué defiendo una idea de libertad y de intercambio constructivo en un sistema que actúa como Red y cuya potencialidad no puede inhibirse; por qué guardo esperanzas de evolución en ciertos aspectos humanos y políticos gracias a los problemas que plantea la irrupción de esta plataforma en la vida social…

Si se puede reconocer que nada tengo que ver con la piratería, se podrá comprender también por qué compraría un disco, un libro o una película que quiera conservar, en lugar de robarla en una tienda; por qué va mutando mi idea de conservar esas cosas (o al menos va disminuyendo la necesidad en cuanto a la cantidad)… En un término más comercial, desde el lugar que me toca… se comprenderá por qué va mutando también mi cultura del consumo (adquiero para consumir, no para vender). Y por último; por qué voy concibiendo al producto cultural de diversas y complejas maneras cada vez… ¿Será que me puedo adaptar a este medio? ¿Será que comprendo a la cultura como un factor inseparable de la innovación y el cambio, de las rupturas y replanteos?... Larga discusión le espera al copyright si el debate es sensato, pero el fin no puede ser más que uno solo: el cambio o la mutación.

Si se puede comprender eso, entonces estamos en el buen camino, aquel que supone sumar y no restar, es decir; intentos de adaptación conjunta y no pujas individuales de exclusión, como suele ocurrir en el plano estrictamente económico donde necesariamente se requiere de la escasez. Y no es de lo que estamos hablando… ¿o sí?.

Podemos ingresar a ese terreno donde las cosas sean llamadas por su nombre, y donde, a falta de falacias argumentativas, emerjan las ideas elementales en torno al bien y al mal (lo que corresponde ser penado y lo que no): copiar un archivo no es saquear, compartir no puede ser jamás un delito...

Podemos pretender esto o podemos no pretender nada, es decir; que aquellos no comprendan este punto y que yo no comprenda sus leyes. Lo que está claro (y es lo que inscribe un desenlace incierto en torno a este tema), es que el sentido común está siempre cercano a la obviedad, por ende no se discute… se tiene y se sostiene o se violenta y se anula.
De eso depende básicamente la aceptación y la eficacia o no de una Ley, de una norma o de una regla.


Opciones diversas:
Compartir no es robar (Kosmópolis. La Fiesta de la Literatura Amplificada)
Propuesta surgida del debate para reformar la Ley Brasilera de Derecho de autor y el intercambio de Archivos (versión en español extraído del sitio de Richard Stallman - ver también la página Web de la Secretaría de Cultura de Brasil: "Consulta pública para modernizar la Ley de Derecho de Autor", donde se exhibe el ante-proyecto consultado y las diferentes propuestas. Idioma Portugués)

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